Waleska Álvarez es licenciada en Fonoaudiología por la Universidad de Chile y magíster en Trastornos del Habla y del Lenguaje. Desde 2015 vive en Uruguay, donde ha integrado la práctica clínica, la docencia universitaria y la investigación, con un foco constante en las alteraciones del lenguaje y la evaluación neuropsicológica en población pediátrica. Actualmente dirige la Maestría en Neuropsicología del Desarrollo y Aprendizaje, una propuesta de postgrado que da continuidad al histórico programa de Dificultades del Aprendizaje de la UCU, iniciado en la década del 90.
El programa tiene como objetivo formar profesionales capaces de comprender el desarrollo neuropsicológico desde una visión integral, incorporando herramientas actualizadas para la evaluación, la intervención y la rehabilitación de trastornos del desarrollo y del aprendizaje. Integra contenidos sobre modelos neuropsicológicos, funciones cognitivas, alteraciones del lenguaje, evaluación e intervención en lectura, escritura y matemáticas, así como estrategias terapéuticas desde una mirada interdisciplinaria.
“El lenguaje es un proceso cognitivo fundamental para el aprendizaje. Evaluarlo adecuadamente es clave para entender qué le sucede a un niño, un adolescente o incluso un adulto. Nuestra formación pone el foco en construir un perfil neurocognitivo que permita orientar adecuadamente las intervenciones y trayectorias educativas”, explica Álvarez. Desde su perspectiva, una evaluación no busca etiquetar, sino comprender fortalezas y debilidades para actuar en consecuencia.
La maestría está dirigida a profesionales de la psicología, psicopedagogía, fonoaudiología, psicomotricidad y también a docentes que deseen profundizar su comprensión del desarrollo cognitivo y los trastornos del aprendizaje. “Uno de los diferenciales más valiosos es el abordaje interdisciplinario que se da en las aulas, en los intercambios y en las prácticas clínicas. Profesionales con formaciones y trayectorias distintas reflexionan juntos sobre casos complejos, lo que enriquece la experiencia de todos”, señala.
Las prácticas clínicas supervisadas se realizan en la Clínica Universitaria de la UCU, un espacio docente-asistencial que promueve una atención humanizada, accesible y de alta calidad. A través de la Clínica del Neurodesarrollo, los usuarios, niños, adolescentes y adultos, acceden a evaluaciones o intervenciones neuropsicológicas de forma gratuita o a muy bajo costo, en un modelo asistencial que se sostiene sobre principios académicos y comunitarios.
Durante las prácticas, los maestrandos trabajan en duplas con pacientes reales, guiados por un sistema de supervisión docente personalizado. “Cada estudiante participa de procesos completos: desde la entrevista inicial hasta la devolución a la familia, o desde la evaluación hasta la planificación de una intervención a corto plazo. Las prácticas se integran en el horario habitual de cursada, lo que facilita la participación sin comprometer la vida profesional de los estudiantes”, explica Álvarez. Además, los casos clínicos se discuten en instancias grupales e intermedias, como los Ateneos, donde participan docentes supervisores, referentes externos y especialistas invitados, incluso internacionales.
La Clínica Universitaria no solo proporciona el espacio físico para estas prácticas, sino que representa un pilar formativo. Su modelo permite brindar respuestas a usuarios que muchas veces han agotado otras instancias del sistema educativo o de salud. “Nuestros usuarios son personas con dificultades que no han podido ser resueltas en otros lugares. Por eso trabajamos con mucha responsabilidad: buscamos que el estudiante aprenda, pero también que el usuario se lleve una atención de calidad que lo ayude a avanzar”, afirma.
Otro recurso clave del programa es la Testoteca de Ágora, una unidad especializada que brinda acceso a técnicas de evaluación neuropsicológica originales y actualizadas. “Estamos hablando de herramientas cuyo costo puede superar los mil dólares. Contar con acceso libre y guiado a estos instrumentos durante la práctica marca una gran diferencia. Muchos profesionales nunca trabajaron con materiales originales hasta llegar a nuestra maestría”, destaca.
El programa también se distingue por el compromiso de su cuerpo docente. La mayoría de las clases están a cargo de profesores de alta dedicación, lo que garantiza una articulación fluida entre asignaturas, seguimiento personalizado y actualización permanente. “Los contenidos están alineados con la investigación actual, las nuevas clasificaciones diagnósticas y los cambios conceptuales que atraviesan al campo. Quienes enseñan también investigan, asisten a congresos y se mantienen en diálogo con las tendencias internacionales”, señala.
En un país donde se estima que entre el 18% y el 20% de los niños en edad escolar podrían presentar alguna dificultad de aprendizaje, contar con profesionales formados en neuropsicología del desarrollo es una necesidad urgente. La maestría busca formar especialistas que puedan no solo intervenir directamente, sino también generar impacto en sus comunidades educativas o clínicas. “Nuestros egresados han logrado insertarse en centros educativos formando equipos, orientando a otros docentes, desarrollando estrategias de intervención y brindando evaluaciones de calidad. Eso marca una diferencia real en el acceso a la educación y la salud”, afirma.
Desde el inicio del programa, el perfil de los estudiantes refleja una vocación sólida: mayoría de mujeres, muchas entre los 30 y 40 años, con trayectorias laborales y familiares consolidadas que retoman la formación con compromiso y profundidad. “Muchos de nuestros estudiantes han tenido que postergar este tipo de estudios por razones económicas o familiares. No vienen a buscar una mejora económica inmediata: vienen porque quieren formarse, porque les importa lo que hacen. Eso habla de una ética profesional muy fuerte”, concluye Álvarez.
Con una estructura sólida, prácticas clínicas relevantes y un enfoque humano y actualizado, la Maestría en Neuropsicología del Desarrollo y Aprendizaje sigue consolidándose como un referente en formación de postgrado, al servicio de una educación más inclusiva, científica y sensible a las necesidades reales de las personas.