Mie, 02 07 2025

De la UCU a una universidad en Nueva York: profesor ganó beca Fulbright para doctorado sobre políticas educativas

Joaquín Mateauda es un convencido de que el conocimiento “debe estar al servicio de la transformación social”. No en vano ha dedicado su vida profesional al mundo de la educación: es maestro, magíster en Inclusión- Exclusión Social y Educativa por la Universidad de Murcia y profesor de la Universidad Católica del Uruguay (UCU). El año pasado, Joaquín quiso dar un nuevo paso en su carrera profesional y se presentó a una beca Fulbright para acceder a un doctorado. ¿La buena nueva? Luego de un proceso largo, logró obtener la beca y seguirá profundizando sus estudios. 


La obtención de la beca Fulbright fue una buena excusa para conversar sobre su recorrido académico, el desafío que implica esta beca y la educación en general. 

¿Dónde harás uso de la beca Fulbright? 

La beca Fulbright tiene distintas modalidades. Gracias al impulso de la Dra. Cindy Mels –directora del Departamento de Educación de la UCU- el año pasado me presenté a una beca de postgrado, para lograr acceder a estudios de Doctorado. De esta forma, luego de un largo proceso de búsqueda de universidades y conversaciones con profesores en Estados Unidos, fui aceptado en la State University of New York at Albany.

La universidad pertenece al sistema de universidades públicas más grande de Estados Unidos (SUNY) y se encuentra en la capital del estado de Nueva York. Además, está considerada como una Universidad R1: esto quiere decir que tiene una alta producción de investigación. A su vez, diversos rankings la ubican como una gran universidad en materia de educación y de políticas públicas. Un ejemplo es el US news World Report que la posiciona dentro de las 100 mejores en educación y el lugar 61 en las mejores universidades públicas de Estados Unidos.

Un dato que me gustaría destacar es que el tutor asignado para acompañarme en este proceso es el Dr. Gilbert Valverde, quien ha trabajado en investigaciones en América Latina y el mundo. En Uruguay ha trabajado en la UCU, en el Instituto Nacional de Evaluación Educativa y para Ceibal. Estoy convencido de que podré aprender mucho en el intercambio cotidiano.



Ya habías ganado una beca anteriormente (de la Fundación Carolina); ¿qué significa este tipo de reconocimiento en tu carrera?

Haber ganado la beca de la Fundación Carolina representó un antes y un después en mi vida; bien dicen en la Fundación que son “becas que cambian vidas”. Esta oportunidad me permitió conocer otras realidades, profundizar mis estudios en campos que complementan mi formación previa y enriquecerme a través del intercambio con profesionales de distintas partes del mundo. Fue una experiencia transformadora, tanto en lo académico como en lo personal, que reafirmó mi compromiso con el desarrollo de políticas educativas más inclusivas. También me motivó a postularme a nuevas convocatorias, como la de Fulbright.

Cada una de estas experiencias las vivo como una oportunidad única para continuar con mi formación profesional y avanzar con la convicción de que el conocimiento debe estar al servicio de la transformación social. Mi compromiso es ese: aprender para construir conocimiento científico que contribuya a la comunidad académica y, sobre todo, que nos permita elaborar políticas públicas con un enfoque de justicia social.

Volviendo a Fulbright, ¿cuáles son tus expectativas con esta beca? 

Apunto a fortalecer mi formación académica en el campo de las políticas educativas, acceder a nuevas perspectivas teóricas y metodológicas, y enriquecerme del intercambio con profesionales de otros contextos. También espero que sea una experiencia transformadora, tanto en lo personal como en lo profesional, que me permita seguir creciendo y que, al volver, me permita aportar lo aprendido en la mejora de la educación pública.

¿Qué es lo más valioso de seguir formándose a lo largo de la carrera profesional? ¿Se le puede transmitir eso a los estudiantes de grado? 

Lo más valioso de la formación permanente es la posibilidad de repensarse, actualizarse y no perder nunca las ganas de seguir aprendiendo. Me guía siempre aquello que decía Paulo Freire: “Todos nosotros sabemos algo, todos nosotros ignoramos algo, por eso aprendemos siempre”. Ese es mi faro, y así camino por la vida, mucho más aún en el ámbito académico.

Vivimos en un mundo muy dinámico, por momentos demasiado, y uno de los grandes desafíos es cómo lograr que los sistemas educativos sean motores de aprendizajes significativos y de oportunidad, donde cada persona pueda construir su proyecto de vida en el marco de la comunidad que habita y que además tenga compromiso con su sociedad. Eso solo es posible si entendemos que la formación profesional continua no es un complemento, sino un eje fundamental. 

Muchas veces lo conversamos con las estudiantes y los estudiantes. Las universidades son casas de estudio, de conocimiento, esto es también un imperativo ético a desarrollar como estudiantes universitarios y como futuros profesionales.

Como experto en educación, ¿cuál considerás que es el mayor desafío hoy en día en un salón de clases? 

Por un lado, en el ámbito universitario, uno de los desafíos centrales es la inclusión crítica y reflexiva de la inteligencia artificial en el proceso educativo. La irrupción de estas herramientas nos obliga a repensar nuestras prácticas docentes, los modos de evaluación y la forma en que entendemos el aprendizaje. No se trata simplemente de incorporar tecnología, sino de formar estudiantes capaces de usarla de manera ética, crítica y con sentido.

Por otro lado, a nivel del sistema educativo en su conjunto, enfrentamos un desafío desafíos en: la inequidad en los aprendizajes, la baja culminación de los ciclos —especialmente en la educación media superior— y la inasistencia crónica en todos los niveles. Estas problemáticas reflejan brechas sociales profundas que requieren respuestas integrales, sostenidas y sensibles al contexto.

En ambos casos, el desafío común y urgente es avanzar hacia una educación que no deje a nadie atrás, que garantice trayectorias educativas completas, significativas y con sentido para todas y todos. En definitiva, allí también se juega la salud de nuestra democracia.

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2025-07-02T11:37:00