Tomá tu lugar en la revolución de liderazgo que se avecina

Chris Lowney (EE.UU), Vice Chair en el Board of CommonSpirit Health; autor de libros sobre liderazgo, espiritualidad y toma de decisiones. Actualmente cuenta con una columna mensual en la revista Forbes.

Publicación original en Forbes - Setiembre 2021

Ya sea que dirijas a una persona o a mil, tienes que tomar una decisión: la de ayudar o no a liderar la “Revolución Copernicana”, por así decirlo.

Pero esto nada tiene que ver con el tan hablado debate científico de que la Tierra giraba alrededor del sol. Esa revolución cambió las creencias científicas; en cambio esta revolución cambiará el comportamiento de los líderes.

¿La metáfora? Así como la revolución copernicana desplazó a la Tierra del centro, esta revolución debería, por analogía, desplazar y desacreditar al ego-centrismo. Así como Copérnico acertadamente colocó al sol en el centro, la nueva revolución gerencial colocará correctamente al equipo, a la misión organizacional y a las partes interesadas en el centro. Antes que nada, enfócate en el equipo, no en ti mismo.

Un histórico entrenador de fútbol americano, Mike Tomlin de los Pittsburgh Steelers, puede ayudarnos a convertir esta visión un poco vaga en acciones concretas que acarrearán resultados clave.

Incluso si odias a los Steelers, o no sabes nada de fútbol americano, una simple mirada a su trayectoria te convencerá de que este señor algo sabe acerca de liderar equipos: ha conseguido el segundo mejor porcentaje de triunfos entre todos los entrenadores que están en carrera.

La conjunción de jugadores talentosos y una gerencia sensata han contribuido a esta fórmula exitosa, pero otro ingrediente fundamental ha sido, sin duda, el ritual diario que Tomlin una vez describió así: “Cada día, cuando voy al trabajo, no pienso en las cosas que yo tengo que hacer, pienso en las cosas que puedo hacer para que mis jugadores sean exitosos”. (Aclaración por el uso de la palabra jugadores: Como entrenador de fútbol americano, sus jugadores son de hecho, todos hombres)

Piensa por un momento cuán enfocada y productiva se volvería tu empresa si cada gerente pensara lo mismo al ir a trabajar en la mañana: ¿Cómo haré más exitoso a cada miembro de mi equipo el día de hoy?

Ya hay innumerables líderes que tienen esta manera de pensar, a nivel conceptual. He trabajado y dirigido a muchos líderes, y la mayoría están genuinamente motivados ante la oportunidad de ayudar a otros seres humanos a alcanzar todo su potencial.

Pero las tentaciones pueden ahogar ese intento inicial de poner al equipo en primer lugar. Las promociones, las remuneraciones abultadas y los bonos y premios llegan más rápido hoy en día de lo que lo hacían hace décadas. Muchos gerentes, engatusados por su ambición personal, priorizan el avance en sus carreras ante todo.

O, por otro lado, la presión constante en su actuación y las consecuencias de no cumplir pueden de igual manera poner el foco gerencial en uno mismo. Los gerentes pueden sentir que están a un paso de perder su trabajo y el sustento para su familia. Incluso si tienen una buena actuación, pueden sentirse amenazados por el avance de la tecnología y la desorganización del mercado, que cada vez más atentan contra los trabajos y las trayectorias profesionales.

Los gerentes que están bajo estas intensas presiones pueden responder a su vez presionando a los miembros de su equipo, haciendo pedidos exagerados. Estos gerentes, preocupados principalmente por obtener los mejores resultados a corto plazo de sus subordinados, pierden el foco de ayudar a los miembros de su equipo a desarrollar sus carreras a largo plazo.

Cualquiera de las tentaciones y presiones mencionadas anteriormente, pueden debilitar ese impulso de poner al equipo primero; por el contrario, la preocupación por los miedos, las ambiciones y el futuro de uno se vuelve primordial. La atracción gravitacional del “mi mismo” se vuelve aún más fuerte. Escapar de esa fuerza requiere enorme voluntad, el ferviente compromiso de aquel que cree en un principio con tal intensidad como para querer liderar una revolución.

A pesar de que comprometerse con esta revolución de liderazgo puede ser difícil, darse cuenta de cómo implementar este compromiso es fácil. Tomemos como ejemplo el ritual diario del entrenador Tomlin. No empieces tu día mirando las redes sociales ni tu agenda, sino comienza por preguntarte algo similar a lo que él se pregunta: “¿Qué puedo hacer para que mi equipo sea más exitoso el día de hoy? ¿Cómo puedo ayudar a cada persona a que se desarrolle y alcance su máximo potencial? ¿Cómo puedo asegurarme de que mi futuro sea parte del futuro de mi equipo?

Por supuesto no basta con hacerse las preguntas sino hacer algo con respecto a ellas. Por eso, al final de cada día de trabajo, recuerda estas mismas preguntas, piensa en cuán bien has cumplido tus aspiraciones, agradece por lo que hiciste bien, y busca (o mejor reza) para que tengas una mejor inspiración el día de mañana.

Para los líderes “pre-copernicanos”, la pregunta primordial seguirá siendo: ¿Cómo me beneficio yo con esto?”. Para los “pos-copernicanos” la pregunta será, sin embargo: ¿Cómo puedo ayudar para que todos en el equipo prosperen y alcancen su máximo potencial? Esto será seguido inevitablemente de una mejora sustancial en el rendimiento organizacional y en los resultados: ¿Cómo no se podrían obtener mejores resultados si todos en el equipo están rindiendo al máximo de su potencial?

Dentro de unas décadas, cuando tus nietos te pregunten dónde estabas durante la gran revolución de la era, diles que lideraste desde el frente: que te preguntaste cada mañana cómo podías hacer que tu equipo fuese más exitoso y trabajaste cada día para lograrlo.

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2021-09-23T10:26:00